Programaciones Didácticas Para Infantil Y Primaria: Evaluación de la enseñanza y la práctica docente. Actividades complementarias.

Programaciones Didácticas Para Infantil Y Primaria: Evaluación de la enseñanza y la práctica docente. Actividades complementarias.


En el post de hoy abordaremos los últimos capítulos de nuestra reciente publicación Programaciones didácticas para Infantil y Primaria: una propuesta práctica y fundamentada que hablan sobre la evaluación de la enseñanza y la práctica docente y las actividades complementarias. Esto no sin antes recordar los posts anteriores en los que tratan los capítulos anteriores que nos hablan de: el marco adecuado de la programación didáctica, su finalidad, el entorno de la misma, los objetivos, el perfil de salida y competencias clave, las competencias específicas y situaciones de aprendizaje y las Orientaciones Metodológicas e inclusión educativa del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo (NEAE) y la evaluación del y para el aprendizaje.


La definición del concepto de buen docente puede resultar aparentemente sencilla, sin embargo la «buena enseñanza» es una cuestión compleja y no resulta nada fácil definirla (OCDE, 2013). No obstante, de acuerdo con el Informe McKinsey sobre la calidad de la educación (Barber y Mourshed, 2007), «La calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes y mejorar la instrucción es la única manera de obtener mejores resultados».

Por este motivo, aunque resulte muy complejo cuantificar con precisión la labor docente, no cabe duda de que la mejora de esta puede tener un efecto muy positivo en el aprendizaje.

La evaluación de la práctica profesional del profesorado es un componente más de la programación didáctica, y como tal está presente en la legislación. Son muchos los desarrollos curriculares autonómicos que incluyen la evaluación de la práctica docente y los indicadores de éxito como uno de los elementos de las programaciones.

Independientemente del requisito que establece la legislación de incluir este apartado, es también una obligación moral, ya que para mejorar es preciso evaluar.

En ningún caso se trata de «burocratizar» la tarea del profesorado ni de diseñar sistemas de evaluación exhaustivos que consuman mucho tiempo, sino de ser más conscientes de lo que se hace, reflexionar sobre su eficiencia y gestionar de la mejor forma posible los recursos que se destinan a una u otra acción. 

En este apartado de la programación, se propone incluir los siguientes subapartados:

  1. Los planes de mejora del centro.
  2. La práctica docente.
  3. La propia programación didáctica.

Dedicar un mínimo de tiempo a reflexionar sobre cómo la evaluación de las iniciativas y programas desarrollados por los centros educativos puede tener un impacto positivo sobre el alumnado y facilitar la tarea del profesorado.

Para conseguir una eficiente gestión de los recursos y un mayor impacto en los resultados, es recomendable que esta evaluación se haga a nivel de centro y no de forma individual.

Una posible secuencia del proceso de evaluación de la práctica docente podría contar con los siguientes pasos:

  1. Partir del conocimiento de la situación actual. Una vez se haya recabado la información necesaria, la situación se puede sintetizar en un análisis DAFO (un diagrama que representa las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades). A partir de estos datos se puede diseñar un programa o plan que mejore la situación actual. En este plan resulta crítico identificar con precisión el «qué», es decir, lo que se ha de evaluar, ya que no es necesario evaluarlo todo todos los años. De hecho, en ocasiones es interesante poner el foco en alguna cuestión distinta y cerrar un ciclo después de un periodo prudencial en el que se evalúe todo lo necesario.
  2. Identificar los objetivos que se quieren alcanzar, que han de ser medibles, temporales y realistas. También es necesario conocer las características legislativas y pedagógicas del programa o plan que se quiere llevar adelante.
  3. Diseñar el plan de evaluación. Esto incluye el modelo que se utilizará, los criterios que se emplearán, las técnicas, los instrumentos, los indicadores, los agentes, el momento de la evaluación, etc.
  4. Evaluar el diseño (contexto, viabilidad, adecuación, plan de acción, etc.) y redefinirlo si procede.
  5. Poner en práctica el programa o plan de mejora.
  6. Evaluar el desarrollo (grado de consecución de objetivos o tendencia, conflictos, situaciones problemáticas, etc. y redefinirlo si procede) y los resultados (grado de consecución de objetivos, impacto directo e indirecto, costes materiales e inmateriales, etc.).
  7. Analizar el desarrollo y los resultados, para realizar propuestas de mejora (aprendizajes), difusión e institucionalización.

Incluir referencias de la evaluación de los planes de mejora del centro educativo en la programación didáctica persigue establecer nexos de unión entre aquello que se pretende mejorar a nivel de centro educativo en su conjunto y lo que se hace en cada una de las áreas o ámbitos. Se trata de hacer operativos los objetivos, los valores y las prioridades de actuación del centro educativo.


Un buen referente para evaluar la práctica docente es el artículo 91 de la LOMLOE, en el que se enumeran las funciones del profesorado:

  1. Las programación y la enseñanza.
  2. La evaluación del proceso de aprendizaje.
  3. La tutoría.
  4. La orientación.
  5. La atención al desarrollo del alumnado.
  6. La promoción, organización y participación en las actividades complementarias.
  7. La contribución a las actividades del centro.
  8. La información a las familias.
  9. La coordinación de las actividades docentes.
  10. La participación en la actividad general del centro.
  11. La participación en los planes de evaluación.
  12. La investigación, experimentación y la mejora continua.

Para realizar la evaluación docente pueden utilizarse diferentes técnicas e instrumentos, como por ejemplo:

  1. Encuestas de satisfacción: del alumnado, de las familias…
  2. Resultados de las evaluaciones: porcentaje de aprobados, nota media…
  3. Registros de incidencias.
  4. Comparativas entre la temporalización planificada y la ejecución real de las situaciones de aprendizaje.

No existe la plantilla de evaluación perfecta y tampoco se trata de diseñar una técnica ni instrumento inamovible. La evaluación de la práctica docente debe alinearse con la evaluación de los planes de mejora de los centros educativos. Por tanto, cada cierto tiempo, pueden y deben cambiar los enfoques y las prioridades de evaluación. Todo dependerá de las necesidades de la comunidad educativa.


La rúbrica puede ser un instrumento muy interesante para evaluar la programación didáctica como herramienta de planificación docente.

En función del objetivo que se pretenda conseguir, es posible diseñar varias rúbricas de evaluación. Por ejemplo, si se busca la evaluación de las programaciones didácticas desde la jefatura de estudios o desde el departamento de calidad, se deberían emplear ítems de evaluación como:

  • Apartados de la programación didáctica.
  • Coherencia entre PEC y programación didáctica (desarrollo de valores, objetivos y prioridades de actuación).
  • Aplicación práctica de la concreción curricular en la programación didáctica (metodología, evaluación, temas transversales…).

En el caso de buscar una rúbrica para autoevaluarse, es decir, una rúbrica cuyo objetivo sea la mejora de la programación didáctica desde el punto de vista del propio profesorado, los ítems de evaluación serían otros distintos. Por ejemplo: la contextualización, la facilidad para la coordinación docente, el grado de consecución de los objetivos y las competencias clave, competencias específicas y saberes básicos, el fomento de la lectura, etc.

Por tanto, la evaluación es necesaria para la mejora y debe enfocarse desde una perspectiva colectiva, es decir, a nivel de centro educativo.

Podemos diferenciar distintos enfoques o dimensiones de evaluación, pero en este libro distinguimos tres:

  1. Los planes de mejora del centro.
  2. La práctica docente.
  3. La propia programación didáctica.

Las tres dimensiones deben ser coherentes entre sí y de una forma más o menos directa deberían quedar presentes en este apartado de la programación didáctica.


Es usual confundir e incluso asemejar las actividades complementarias y las actividades extraescolares, pero son conceptos muy diferentes. A saber:

  1. Son actividades complementarias aquellas que están diseñadas para completar el currículo académico establecido por el propio centro educativo. Por tanto, están relacionadas con las áreas o ámbitos tratados en el centro, y se realizan dentro del propio horario escolar. Deberían tener impacto sobre la evaluación del alumnado.
  2. Son actividades extraescolares las que se realizan dentro o fuera de la jornada escolar, pero siempre fuera del horario lectivo. Son actividades no esenciales, ya que no forman parte del currículo académico y no tienen por qué relacionarse directamente con alguna área o ámbito curricular. No deberían tener impacto sobre la evaluación del alumnado.

Las programaciones didácticas deberían incluir necesariamente las actividades complementarias, debido a que son las que permiten el desarrollo del currículo. Por el contrario, las actividades extraescolares no deberían contemplarse, porque no son actividades esenciales y no deben evaluarse.

Los objetivos de las actividades extraescolares deberían complementar los objetivos generales de la etapa, las competencias clave y los temas transversales, pero no pueden ser objeto de evaluación del alumnado. Pueden emplearse para evaluar planes de mejora, el clima del centro u otros aspectos de ámbito general y transversal, pero no deberían asociarse directamente con el currículum.

Es interesante incluir alguna actividad complementaria a lo largo del curso, si bien sería recomendable contar con una cada trimestre, si las circunstancias académicas lo permiten. Este tipo de actividades rompen con la dinámica habitual de clase y dotan de mayor significado a las tareas que se desarrollan en el aula. En definitiva, pueden entenderse como una extensión de la propuesta educativa de la programación didáctica cuyo objetivo es contribuir al desarrollo integral de la personalidad del alumnado.

Las actividades complementarias se han de planificar de forma que exista una justificación técnica y pedagógica. No son nunca un fin en sí mismas, sino un medio más al alcance del profesorado para contribuir al proceso de enseñanza y aprendizaje.

La planificación, sea de actividades complementarias o extraescolares, podría incluir los siguientes apartados:

  1. Nombre.
  2. Descripción.
  3. Departamentos didácticos, ciclos, áreas o ámbitos y profesorado implicado.
  4. Cursos y grupos implicados.
  5. Fecha aproximada.
  6. Justificación pedagógica.
  7. Objetivos.

El desarrollo de las actividades complementarias y extraescolares requerirá concretar la fecha y el horario exacto, así como la información logística necesaria para llevarlas a término. No obstante, esta información no ha de incluirse en la programación didáctica sino en la programación de aula.


Con este post damos por finalizada la serie relacionada con nuestra última publicación Programaciones Didácticas Para Infantil Y Primaria. Una propuesta práctica y fundamentada. Esperamos que os haya sido de gran interés y, sobretodo, de gran ayuda.

Además, con éste último post también nos despedimos hasta el próximo curso. Os deseamos a todos y todas unas buenas y merecidas vacaciones y esperamos que renoveis toda la energia suficiente para empezar el nuevo curso con mucha motivación y nuevas ideas (siempre fundamentadas).

No olvideis que una buena planificación es el principio para una buena y efectiva acción.


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Vicente, Elio y Raül

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